¿Eres aprensivo y controlador?
¿Alguna vez confías en tu intuición?
Cuando somos niños de 0 a 7 años somos como esponjas. Nuestras frecuencias cerebrales son lentas, estamos como en un estado de meditación, por eso aprendemos todo lo que sucede a nuestro alrededor.
Absorbemos todo lo que vemos de nuestros papás, maestros, familia, amigos, toda la gente que está a nuestro alrededor porque el cuerpo está diseñado para que en estos primeros años haya una intensa formación sobre todo de conexiones neuronales.
Aquí formamos las creencias que van a definir nuestras vidas. Por ejemplo, si creciste en una casa que batalló con el dinero, las probabilidades de que tú creas que eso es normal son muy altas y que te tienes que esforzar mucho por conseguirlo. Mientras que, si creciste en una casa con mucha abundancia, las probabilidades de que tú puedas hacer eso o más dinero son muy altas.
La manera como fuimos aprendiendo que la vida era, es lo que forma nuestras creencias, todo se guarda en nuestro subconsciente y lo manifiestas en tu vida adulta. Ahora, una vez que somos adultos, cambiar todo aquello que no te sirva es tu responsabilidad. Y aquí es donde entran los conceptos de Mente de niño y Mente de maestro.
Son conceptos muy relevantes que nos ayudan a darnos cuenta desde dónde proviene nuestro comportamiento.
La mente de niño
El niño es esa parte “razonable” de ti que se comporta como un niño y te quiere mantener a salvo. La parte del Maestro es el conocimiento que fluye de tu intuición.
El niño es la parte de ti que es impaciente, que quiere las cosas y las quiere ahora. El niño es temeroso, especialmente con lo desconocido, por eso es muy controlador, porque tiene miedo y quiere controlarlo todo. Le hemos dado tanto control al niño sobre este aspecto de sobrepensar todo, que se ha vuelto hambriento de poder, quiere ser el centro de atención.
Nuestra mente de niño vive en el futuro o en el pasado demasiado tiempo. En el pasado repasa una y otra vez los errores, sintiéndose culpable, regresando a ese momento o manteniéndose enojado con alguien por algo que sucedió en el pasado. Totalmente preocupado por lo que pasará en el futuro, “qué pasa si…”.
La mente de niño tiene bajo aprecio por sí mismo, es malhumorado, quiere atención y se la pasa preocupado. Así que cuando te sorprendas en estas situaciones pregúntate si quieres seguir viviendo tu vida desde tu mente de niño.
La mente de maestro
Un gran maestro sabe cuándo algo se “siente bien” o cuando “no se siente bien”, pone atención a su sabiduría interna.
Un maestro entiende que las cosas siempre pasan por una razón y que es perfecto de la manera en la que es. Si quieres acceder a tu maestro, no buscas pensamientos en tu cabeza, buscas lo que sientes en la zona del corazón, buscas contacto con esa inteligencia superior, esa energía pura con la que todos contamos.
Un maestro es apasionado, así que cuando sientes emoción y pasión por algo, es señal indiscutible de que estás en contacto con la energía de tu mente de Maestro. Sientes que tienes un propósito, eres completamente comprensivo con otras personas y situaciones, eres un perdonador.
Debes salirte de tu piloto automático y observar si tu comportamiento es de niño o de maestro. Cuando identifiques al niño, podrás cambiar en ese mismo instante al maestro con tu voluntad.
Dentro de ti viven tanto el niño como el maestro, lo que quieres es disminuir la presencia del niño y aumentar la presencia del maestro, esto te permitirá sentirte constantemente bien, alerta, vivo, con alta energía. Por eso es importante aprender a vivir en ese espacio, conectarte con tu corazón.